Si nos detenemos a pensar, el vínculo es algo cotidiano en nuestras vidas, ya sea un entorno familiar, laboral, de amistad, etc., aunque en muchos casos, malinterpretado. Partiendo desde la misma definición de esta palabra en el diccionario, puede crear confusión:
Vínculo: Del latín vincŭlum. Unión o atadura de una persona o cosa con otra.
Desde nuestro punto de vista, si hablamos de un vínculo sano, implicaría una unión, pero en ningún caso ataduras. Si pudiéramos representarlo de manera gráfica, podríamos describirlo como una cuerda invisible construida bilateralmente y que cualquiera de sus partes tendría la opción de romperla en caso de verse amenazado su bienestar. Si nos quedamos con este concepto, podríamos decir, que una relación saludable, depende directamente de un vínculo equilibrado, dentro de una danza consciente y continua entre las partes. Y para ello es esencial tener en cuenta que del otro lado de la cuerda, existe un ser individual, con sus sentimientos y emociones, con sus experiencias y sus perspectivas de vida, además de su propio espacio (vital) y su tiempo, al igual que nosostros.
Por ello, el relacionarnos con caballos, siendo uno de los seres más perceptivos sobre la tierra, nos brinda generosamente la oportunidad de agudizar nuestra forma de vincularnos con el otro, por lo tanto, de generar relaciones más sanas y enriquecedoras, en la que cada una de las partes, están eligiendo estar unidos en equilibrio e igualdad.
Esto es una prueba de texto
¿Cuantas veces nos hemos detenido a reflexionar sobre nuestra manera de relacionarnos con el mundo?
Hace unos días, tuvimos el gran honor de conocer en persona a Francisco Aguilar en su primera visita a España y compartir experiencias muy enriquecedoras. Si hacemos un esfuerzo por quitar “rotulos”, nos encontramos con un muchacho argentino que pone a disposición de los caballos, toda su experiencia de vida, y porqué no decirlo, los ayuda a través de una propuesta diferente de relacionarnos los hombres con ellos. Una tarea que lo dignifica, en un mundo en el que se sigue pensando que somos el centro del universo y toda la Naturaleza está para servirnos.
En síntesis, nos encontramos, además de con un nuevo amigo, con un profesional que propone un vínculo verdadero y sincero entre hombre y caballo, antes de realizar cualquier actividad juntos. Si, bien su perspectiva es enfocada hacia el bienestar de estos animales, vimos que es aplicable a cualquier tipo de relación, siendo este nuestro punto de encuentro, ya que hablamos de un vínculo entre Seres, independientemente de lo que seamos.
Si nos detenemos a pensar, el vínculo es algo cotidiano en nuestras vidas, ya sea un entorno familiar, laboral, de amistad, etc., aunque en muchos casos, malinterpretado. Partiendo desde la misma definición de esta palabra en el diccionario, puede crear confusión:
Vínculo: Del latín vincŭlum. Unión o atadura de una persona o cosa con otra.
Desde nuestro punto de vista, si hablamos de un vínculo sano, implicaría una unión, pero en ningún caso ataduras. Si pudiéramos representarlo de manera gráfica, podríamos describirlo como una cuerda invisible construida bilateralmente y que cualquiera de sus partes tendría la opción de romperla en caso de verse amenazado su bienestar. Si nos quedamos con este concepto, podríamos decir, que una relación saludable, depende directamente de un vínculo equilibrado, dentro de una danza consciente y continua entre las partes. Y para ello es esencial tener en cuenta que del otro lado de la cuerda, existe un ser individual, con sus sentimientos y emociones, con sus experiencias y sus perspectivas de vida, además de su propio espacio (vital) y su tiempo, al igual que nosostros.
Por ello, el relacionarnos con caballos, siendo uno de los seres más perceptivos sobre la tierra, nos brinda generosamente la oportunidad de agudizar nuestra forma de vincularnos con el otro, por lo tanto, de generar relaciones más sanas y enriquecedoras, en la que cada una de las partes, están eligiendo estar unidos en equilibrio e igualdad.
Hace unos días, tuvimos el gran honor de conocer en persona a Francisco Aguilar en su primera visita a España y compartir experiencias muy enriquecedoras. Si hacemos un esfuerzo por quitar “rotulos”, nos encontramos con un muchacho argentino que pone a disposición de los caballos, toda su experiencia de vida, y porqué no decirlo, los ayuda a través de una propuesta diferente de relacionarnos los hombres con ellos. Una tarea que lo dignifica, en un mundo en el que se sigue pensando que somos el centro del universo y toda la Naturaleza está para servirnos.
En síntesis, nos encontramos, además de con un nuevo amigo, con un profesional que propone un vínculo verdadero y sincero entre hombre y caballo, antes de realizar cualquier actividad juntos. Si, bien su perspectiva es enfocada hacia el bienestar de estos animales, vimos que es aplicable a cualquier tipo de relación, siendo este nuestro punto de encuentro, ya que hablamos de un vínculo entre Seres, independientemente de lo que seamos.
Si nos detenemos a pensar, el vínculo es algo cotidiano en nuestras vidas, ya sea un entorno familiar, laboral, de amistad, etc., aunque en muchos casos, malinterpretado. Partiendo desde la misma definición de esta palabra en el diccionario, puede crear confusión:
Vínculo: Del latín vincŭlum. Unión o atadura de una persona o cosa con otra.
Desde nuestro punto de vista, si hablamos de un vínculo sano, implicaría una unión, pero en ningún caso ataduras. Si pudiéramos representarlo de manera gráfica, podríamos describirlo como una cuerda invisible construida bilateralmente y que cualquiera de sus partes tendría la opción de romperla en caso de verse amenazado su bienestar. Si nos quedamos con este concepto, podríamos decir, que una relación saludable, depende directamente de un vínculo equilibrado, dentro de una danza consciente y continua entre las partes. Y para ello es esencial tener en cuenta que del otro lado de la cuerda, existe un ser individual, con sus sentimientos y emociones, con sus experiencias y sus perspectivas de vida, además de su propio espacio (vital) y su tiempo, al igual que nosostros.
Por ello, el relacionarnos con caballos, siendo uno de los seres más perceptivos sobre la tierra, nos brinda generosamente la oportunidad de agudizar nuestra forma de vincularnos con el otro, por lo tanto, de generar relaciones más sanas y enriquecedoras, en la que cada una de las partes, están eligiendo estar unidos en equilibrio e igualdad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)